Voces del Paisaje en América Latina. Seguimos la travesía entre Argentina y Viena con la voz de Laura P. Spinadel.

Crecí prácticamente en un Velero en el Río de la Plata. Esto hizo que lo inconmensurable del Horizonte siempre fuera para mí la expresión máxima de la Creación. Hasta que un día tuve una experiencia que me cambió mi perspectiva por completo.

Retrospectivamente me sorprende que ya hubiesen pasado 17 años desde el momento que sentí la mayor satisfacción en una experiencia con la Naturaleza no sólo Latinoamericana sino Mundial. Me refiero a esa Armonía tan pocas veces lograda entre la Labor Divina y la Labor Humana que permite a sus “instrusos” sentir la Regeneración y casi Reinvención absoluta de uno consigo mismo y con el Cosmos.

Pero empecemos por el principio…

En el año 2007 tuve el privilegio de conocer Perú invitada por Alexia León, quien estaba dictando un curso en Harvard y trabajando en el tema del Desierto Norte de Lima. Me encontré con la élite intelectual de la Arquitectura, quienes se enfrentaron a una manera muy particular y sensible de descubrir la realidad peruana, guiados por Alexia. En mi caso, me impactó la inmensa energía de las clases sociales más necesitadas, que trabajaban incansablemente con dos o tres empleos para brindarle educación y cultura a sus hijos. Visitar los barrios empobrecidos pero pujantes del norte de la ciudad me hizo preguntarme qué despertó esa vocación de sacrificio en ellos. Pero igualmente me impresionó la realidad de los hijos de la alta aristocracia de Lima, quienes, con tres maestrías de las mejores universidades del mundo, regresaban para reinventar su país a partir del trabajo arduo y del conocimiento de vanguardia. Uno de ellos, que generosamente nos abrió las puertas de su emprendimiento en medio del desierto del norte, donde se había propuesto hacer un criadero de gallinas felices y producir los mejores huevos de Latinoamérica, continuó sorprendiéndome. Pero, por si esto no fuera poco – pues cuando lo visitamos ya había logrado su objetivo – le preocupaba que su equipo de apoyo tuviera que caminar bajo el implacable sol del desierto. Después de estudiar mucho decidió que debía plantar higueras que le darían sombra y además un producto agregado que, para sorpresa nuestra, comenzó a exportar a las mesas más adineradas de Paris y Tokio todas las mañanas. No sólo esa inclemencia de la naturaleza le estaba dando Huevos de Gallinas Felices a toda Latinoamérica, sino que el 10 % superior de la pirámide social estaba desayunando con su Higos Prodigiosos frescos cosechados el día anterior en el Desierto Norte de Lima.

Una pregunta empezó a obsesionarme. ¿Qué pasó en Perú para que estos jóvenes tuvieran esa fuerza interior que les permitiera reinventarse y producir milagros? ………… ¿Era la Cultura? ¿Era la Naturaleza?

Con el correr de los años, he intentado dejarme llevar cada vez más por la intuición en mis búsquedas, especialmente en Tierras Nuevas como fue en este caso Perú. Supe bastante pronto que la semana que le agregué a mis actividades académicas no me llevaría a Machu Pichu. Así que partí a una fantástica Casa Colonial en Cusco para dejarme llevar……. el camino me llevó al Valle Sagrado de los Incas, que me regaló un momento absolutamente mágico cuando de repente tres niños me estaban esperando en mitad de un acantilado con las semillas que han logrado sobrevivir a nuestra destrucción contemporánea. Estas semillas acompañan mi vida cotidianamente en Viena, al empezar el día haciendo Yoga o Qi Gong, y me siguen inundando con su fuerza y resiliencia.

Pero la respuesta a mi pregunta iba a tener un crescendo que sin lugar a duda marcó un antes y un después en mi experiencia con el Paisaje Latinoamericano.

Al divisar a lo lejos el conjunto arqueológico de Moray, en un día en el que sentí que el tiempo se detenía por su inmensa armonía, me di cuenta de que debía poner la mente en blanco y dejar que esa energía me inundara. Las terrazas de más de 80 metros de profundidad en una pendiente de 45 grados, en una obra de ingeniería agrícola, inteligencia hidráulica y sensibilidad medioambiental, trascienden todo lo que he experimentado en mi vida. Me llevó muchísimo tiempo llegar al Centro pues sentía que cada anden que visitaba y cada escalón que pisaba estaba imbuido de una gran sabiduría. Estaba completamente sola con el infinito en ese Lugar de los Paisajes Latinoamericanos que me permitieron realmente sentir cómo Dialogar con los Dioses. La Armonía inclusiva que logré vivenciar con el Cosmos durante mi larga meditación en Moray despertó en mí una fuerte vocación por aprender de ese inmenso Logro de la Humanidad. No sé si me explico ……………

Cuando decidí que debía interconectar intereses, sentimientos, idiosincrasias, voluntades, búsquedas y deseos para potencializar los Futuros Posibles fue porque, cuando se logra – como en Moray – se trascienden el tiempo y el espacio, y se gesta sin lugar a duda una Energía que hace que Co-crear y Co-operar por el Bien Común sean absolutamente naturales.

Hace un tiempo me hicieron una pregunta desde la iniciativa CALLIOPE, Join the Dots que busca compartir a Mujeres que Inspiran con el Mundo presentándolas en las redes culturales de Austria en todo el planeta. Me preguntaron qué me movilizaba y mi respuesta fue: «Hace tiempo que decidí vivir en un mundo paralelo donde los paradigmas son distintos. Como no quiero esperar, lo estoy construyendo día a día. Entremos en el mundo de URBAN MENUS, que puede motivarte a creer que eres un ser que reconoce por sí mismo qué futuro quiere para su vida y la de las próximas generaciones.» Estas palabras llevaron a las curadoras a decir que soy una Visionaria con Grandes Sueños.

No sé si es así…………. pero si sé que los Paisajes Latinoamericanos como los que tuve el privilegio de gozar con cuerpo y alma en las Terrazas del Infinito en Moray, nos trasmiten mensajes que trascienden simplemente nuestra existencia terrenal material y nos llevan a pensar que las próximas generaciones necesitan otros paradigmas. Es por ello por lo que, justamente esa Fuerza que se despertó o se potencializó en mi en Moray se concentra en Crear Lugares como el Campus WU, que le permitan a las nuevas generaciones de economistas desarrollar otra relación con la Naturaleza y consecuentemente revisar su escala de valores al entrar en el sistema monetario y productivo. Asimismo, esa energía me ha llevado a invertir mucho tiempo y dinero en propuestas de Educación y Entrenamiento para aquellos en posiciones de influencia que deben volver a ser conscientes de lo que deciden y asumir la responsabilidad de sus actos en cuanto al impacto que producen. Y si los nuevos dueños del Planeta ya no están en Occidente, sino en Oriente, era hora de crear un proyecto como mi Optimizador de Circularidad con la China para gestar cadenas de producción que convivan y regeneren sus realidades no sólo encontradas, sino también futuras. Mi nuevo desafío es URBAN MENUS educacional, fomentando diálogos para un Futuro Resiliente donde las Realidades Inmersivas me conectan aún más con el mundo terrenal y enriquecen mi experiencia, sin perderme en el metaverso digital. Creo que esos encuentros con los futuros posibles, que son el resultado de nuestras decisiones, no sólo deben ser catastróficos, sino que al contrario pueden ser prometedores e incluso por qué no proféticos. Estoy convencida que, si logramos recuperar esa sincronicidad entre el Paisaje, el Cosmos y nuestro Ser a partir de las experiencias reales y virtuales, podremos recuperar no sólo la Felicidad Individual sino también el Bienestar Comunitario………….

Te invito a bucear en tu memoria qué experiencia podrías compartirnos en nuestro próximo encuentro en los Futuros Posibles que juntos podríamos Crear.


¡Atentos a la siguiente voz del paisaje!

Laura P. Spinadel

Dra. Mag. Arch. Arq Laura P. Spinadel
BUSarchitektur & BOA & URBAN MENUS
Vienna, Buenos Aires

Contacta con Laura en LinkedIn


Vozes da paisagem na América Latina: Laura P. Spinadel

Cresci praticamente em um veleiro no Rio da Prata. Isso fez com que a imensidão do horizonte sempre fosse para mim a expressão máxima da criação. Até que um dia tive uma experiência que mudou minha perspectiva completamente.

Retrospectivamente, me surpreende que já se passaram 17 anos desde o momento em que senti a maior satisfação em uma experiência com a natureza não apenas latino-americana, mas mundial. Refiro-me àquela harmonia tão poucas vezes alcançada entre a obra divina e a obra humana que permite aos seus «intrusos» sentir a regeneração e quase reinvenção absoluta de si mesmos com o cosmos.

Mas comecemos pelo princípio.

No ano de 2007, tive o privilégio de conhecer o Peru, convidada por Alexia León, que estava ministrando um curso em Harvard e trabalhando no tema do deserto norte de Lima. Encontrei-me com a elite intelectual da arquitetura, que enfrentou uma maneira muito particular e sensível de descobrir a realidade peruana, guiada por Alexia. No meu caso, fiquei impressionada com a imensa energia das classes sociais mais necessitadas, que trabalhavam incansavelmente com dois ou três empregos para oferecer educação e cultura a seus filhos. Visitar os bairros pobres, mas pujantes, do norte da cidade me fez questionar o que despertou essa vocação para o sacrifício neles. Mas igualmente me impressionou a realidade dos filhos da alta aristocracia de Lima, que, com três mestrados das melhores universidades do mundo, retornavam para reinventar seu país a partir do trabalho árduo e do conhecimento de ponta. Um deles, que generosamente nos abriu as portas de seu empreendimento em meio ao deserto do norte, onde ele se propôs a criar galinhas felizes e produzir os melhores ovos da América Latina, continuou me surpreendendo. Mas, como se isso não bastasse — pois quando o visitamos ele já havia atingido seu objetivo — ele se preocupava que sua equipe de apoio tivesse que caminhar sob o sol implacável do deserto. Depois de estudar muito, decidiu que precisava plantar figueiras que dariam sombra e também um produto agregado que, para nossa surpresa, começou a exportar para as mesas mais ricas de Paris e Tóquio todas as manhãs. Não só aquela inclemência da natureza estava proporcionando ovos de galinhas felizes para toda a América Latina, mas os 10% superiores da pirâmide social estavam tomando café da manhã com seus figos prodigiosos, colhidos no dia anterior no deserto norte de Lima.

Uma pergunta começou a me obseder. O que aconteceu no Peru para que esses jovens tivessem essa força interior que lhes permitiu se reinventar e produzir milagres? … Era a cultura? Era a natureza?

Com o passar dos anos, tenho tentado me deixar levar cada vez mais pela intuição em minhas buscas, especialmente em terras novas, como foi o caso do Peru. Soube logo que a semana que acrescentei às minhas atividades acadêmicas não me levaria a Machu Picchu. Então parti para uma fantástica casa colonial em Cusco para me deixar levar… o caminho me levou ao Vale Sagrado dos Incas, que me presenteou com um momento absolutamente mágico quando, de repente, três crianças estavam me esperando no meio de um penhasco com as sementes que conseguiram sobreviver à nossa destruição contemporânea. Essas sementes acompanham minha vida cotidianamente em Viena, ao começar o dia fazendo ioga ou Qi Gong, e continuam me inundando com sua força e resiliência.

Mas a resposta à minha pergunta teria um crescendo que, sem dúvida, marcou um antes e um depois em minha experiência com a paisagem latino-americana.

Ao avistar de longe o conjunto arqueológico de Moray, em um dia em que senti que o tempo parou por sua imensa harmonia, percebi que precisava esvaziar a mente e deixar que essa energia me inundasse. Os terraços com mais de 80 metros de profundidade em uma inclinação de 45 graus, em uma obra de engenharia agrícola, inteligência hidráulica e sensibilidade ambiental, transcendem tudo o que já vivi. Demorei muito tempo para chegar ao centro, pois sentia que cada terraço que visitava e cada degrau que pisava estava imbuído de uma grande sabedoria. Estava completamente sozinha com o infinito naquele lugar das paisagens latino-americanas que me permitiram realmente sentir como dialogar com os deuses. A harmonia inclusiva que consegui vivenciar com o cosmos durante minha longa meditação em Moray despertou em mim uma forte vocação para aprender com esse imenso feito da humanidade. Não sei se me faço entender…

Quando decidi que precisava interconectar interesses, sentimentos, idiossincrasias, vontades, buscas e desejos para potencializar futuros possíveis foi porque, quando isso é alcançado — como em Moray —, transcendem-se o tempo e o espaço, e se gera sem dúvida uma energia que torna a co-criação e cooperação pelo bem comum absolutamente naturais.

Há algum tempo, me fizeram uma pergunta da iniciativa CALLIOPE, Join the Dots, que busca compartilhar mulheres inspiradoras com o mundo, apresentando-as nas redes culturais da Áustria em todo o planeta. Me perguntaram o que me motivava e minha resposta foi: «Há muito tempo decidi viver em um mundo paralelo onde os paradigmas são diferentes. Como não quero esperar, estou construindo-o dia a dia. Entremos no mundo dos MENUS URBANOS, que pode te motivar a acreditar que você é um ser que reconhece por si mesmo que futuro deseja para sua vida e das próximas gerações.» Essas palavras levaram as curadoras a dizer que sou uma visionária com grandes sonhos.

Não sei se é assim… mas sei que as paisagens latino-americanas como as que tive o privilégio de usufruir com corpo e alma nos Terraços do Infinito em Moray, nos transmitem mensagens que transcendem simplesmente nossa existência terrena material e nos levam a pensar que as próximas gerações precisam de outros paradigmas. É por isso que, justamente essa força que despertou ou se potencializou em mim em Moray se concentra em criar lugares como o Campus WU, que permitam às novas gerações de economistas desenvolverem outra relação com a natureza e, consequentemente, revisarem sua escala de valores ao entrar no sistema monetário e produtivo. Além disso, essa energia me levou a investir muito tempo e dinheiro em propostas de educação e treinamento para aqueles em posições de influência que devem voltar a ser conscientes do que decidem e assumir a responsabilidade por seus atos em relação ao impacto que produzem. E se os novos donos do planeta já não estão no Ocidente, mas no Oriente, era hora de criar um projeto como meu Otimizador de Circularidade com a China para gerar cadeias de produção que convivam e regenerem suas realidades não apenas encontradas, mas também futuras. Meu novo desafio é o MENUS URBANOS educacional, fomentando diálogos para um futuro resiliente onde as realidades imersivas me conectam ainda mais com o mundo terreno e enriquecem minha experiência, sem me perder no metaverso digital. Acredito que esses encontros com os futuros possíveis, que são o resultado de nossas decisões, não devem ser apenas catastróficos, mas ao contrário podem ser promissores e até mesmo proféticos. Estou convencida de que, se conseguirmos recuperar essa sincronicidade entre a paisagem, o cosmos e nosso ser a partir das experiências reais e virtuais, poderemos recuperar não apenas a felicidade individual, mas também o bem-estar comunitário…

Te convido a mergulhar em sua memória para ver qual experiência você poderia compartilhar conosco em nosso próximo encontro nos futuros possíveis que juntos poderíamos criar.

Voices of the Landscape in Latin America: Laura P. Spinadel

I practically grew up on a sailboat in the Río de la Plata. This made the vastness of the horizon the ultimate expression of creation for me. Until one day, I had an experience that completely changed my perspective.

Looking back, it’s astonishing that 17 years had already passed since I had the most fulfilling encounter experience with nature, not just in Latin America but globally

I am referring to that rare harmony achieved between divine and human work that allows its «intruders» to feel absolute regeneration and almost reinvention of oneself with the cosmos.

But let’s go back to the beginning

In 2007, I had the privilege of visiting Peru at the invitation of Alexia León, who was teaching a course at Harvard and working on the northern desert of Lima. I met with the architectural intellectual elite, who faced a unique and sensitive way of discovering Peruvian reality, guided by Alexia. In my case, I was struck by the immense energy of the most needy social classes, who worked tirelessly with two or three jobs to provide education and culture for their children. Visiting the impoverished but thriving neighborhoods in the north of the city made me wonder what inspired their vocation for sacrifice. But I was equally impressed by the reality of the children of Lima’s high aristocracy, who, with three master’s degrees from the world’s best universities, returned to reinvent their country through hard work and cutting-edge knowledge. One of them generously opened the doors of his enterprise in the middle of the northern desert, where he set out to create a farm with happy chickens and produce the best eggs in Latin America, which continued to surprise me. But, if this weren’t enough—when we visited, he had already achieved his goal—he was concerned that his support team had to walk under the relentless desert sun. After much study, he decided he needed to plant fig trees that would provide shade and an additional product that, to our surprise, began exporting to the wealthiest tables in Paris and Tokyo every morning. Not only was the harshness of nature providing happy chicken eggs to all of Latin America, but the top 10% of the social pyramid was having breakfast with his prodigious figs, freshly harvested the day before in the northern desert of Lima.

A question began to haunt me: What happened in Peru to give these young people the inner strength to reinvent themselves and produce miracles? Was it culture? Was it nature?

Over the years, I have tried to rely more and more on intuition in my searches, especially in new lands like Peru in this case. I knew quite early on that the week I added to my academic activities would not take me to Machu Picchu. So, I set off for a fantastic colonial house in Cusco to let myself be carried away… the path led me to the Sacred Valley of the Incas, which gave me an absolutely magical moment when suddenly three children were waiting for me in the middle of a cliff with seeds that have survived our contemporary destruction. These seeds accompany my daily life in Vienna, starting the day with yoga or Qi Gong, and continue to fill me with their strength and resilience.

But the answer to my question would have a crescendo that undoubtedly marked a before and after in my experience with the Latin American landscape.

Upon spotting the archaeological complex of Moray from afar, on a day when I felt that time stood still due to its immense harmony, I realized that I needed to clear my mind and let that energy wash over me. The terraces, more than 80 meters deep on a 45-degree slope, in a work of agricultural engineering, hydraulic intelligence, and environmental sensitivity, transcend everything I have ever experienced. It took me a long time to reach the center because I felt that each terrace I visited and each step I took was imbued with great wisdom. I was completely alone with infinity in this place of Latin American landscapes that truly allowed me to feel how to converse with the gods. The inclusive harmony I experienced with the cosmos during my long meditation in Moray awakened in me a strong vocation to learn from that immense achievement of humanity. I don’t know if I am explaining myself…

When I decided that I needed to connect interests, feelings, idiosyncrasies, wills, quests, and desires to potentiate possible futures, it was because, when it is achieved—as in Moray—time and space are transcended, and an energy is created that makes co-creation and cooperation for the common good absolutely natural.

Some time ago, I was asked a question by the CALLIOPE initiative, Join the Dots, which seeks to share inspiring women with the world by presenting them in Austria’s cultural networks across the planet. They asked me what motivated me, and my response was: «I decided some time ago to live in a parallel world where paradigms are different. Since I don’t want to wait, I’m building it day by day. Let’s enter the world of URBAN MENUS, which may inspire you to believe you are a being who recognizes for yourself what future you want for your life and that of future generations.» These words led the curators to say that I am a visionary with great dreams.

I don’t know if that’s true… but I do know that the Latin American landscapes, like those I had the privilege to experience with body and soul in the terraces of infinity in Moray, convey messages that transcend our merely material earthly existence and lead us to think that future generations need different paradigms. That is why precisely that force that awakened or was potentiated in me in Moray concentrates on creating places like the WU Campus, which allow new generations of economists to develop a different relationship with nature and consequently reassess their value scale when entering the monetary and productive system. Similarly, that energy has led me to invest a lot of time and money in education and training proposals for those in positions of influence who must become conscious again of what they decide and take responsibility for their actions regarding the impact they produce. And if the new owners of the planet are no longer in the West but in the East, it was time to create a project like my Circularity Optimizer with China to create production chains that coexist and regenerate their not only conflicting realities but also future ones. My new challenge is educational URBAN MENUS, fostering dialogues for a resilient future where immersive realities connect me even more with the earthly world and enrich my experience without getting lost in the digital metaverse. I believe those encounters with possible futures, which are the result of our decisions, should not only be catastrophic, but on the contrary, they can be promising and even, why not, prophetic. I am convinced that if we manage to recover that synchronicity between the landscape, the cosmos, and our being through real and virtual experiences, we can not only regain individual happiness but also communal well-being.

I invite you to dive into your memory and share an experience with us at our next meeting in Possible Futures that we could create together.

 

Artículos Relacionados

Artículos Relacionados