Loreinne Bonet Torres, quien convivía con Juan Luis Cornier Torres (Manwe Uno) en diciembre de 2018, declaró hoy que su pareja le confesó haber matado a Valerie Ann Almodóvar Ojeda y que ella le ayudó a recoger la escena del crimen.
Bonet Torres es la quinta testigo de cargo en el juicio que se sigue contra el grafitero ponceño por cargos de asesinato en primer grado y violación a la Ley de armas. Es coacusada en este caso, se declaró culpable de dos cargos de encubrimiento y destrucción de pruebas como parte de un convenio de cooperación con la Fiscalía, y será sentenciada el 6 de julio.
El proceso se detuvo al mediodía para dar paso a que la defensa recurra ante el Tribunal de Apelaciones una decisión del juez Daniel López González, relacionada a la admisibilidad de cierta prueba asociada con la destrucción de evidencia. El delito de destrucción de evidencia le fue archivado a Cornier Torres, por lo que sus abogados objetan que testimonios y otra prueba física que estén relacionados con el mismo desfilen en sala.
Si el Apelativo no detiene el juicio, el desfile de prueba proseguirá mañana, jueves, a las 9:30 a.m. en la sala 606 del Tribunal de Ponce.
Al sentarse en la silla de los testigos ayer, Bonet Torres indicó que conoció a Cornier Torres a finales de noviembre de 2018 y el 6 de diciembre se mudó con él a su casa en la barriada Baldorioty en Ponce. Entre otras cosas, dijo que lavaba ropa en la casa de Carlos Pacheco Santiago, conocido como Amarillo, quien vivía cerca.

Bonet Torres relató que el lunes, 17 de diciembre se levantaron a eso de las 7:00 a.m., tomaron café, fumaron marihuana y se fueron a pintar un mural en el restaurante Rincón Argentino en Ponce. Cornier se retiró como a las 8:00 a.m. para hacer “unas diligencias”, y fue y volvió al negocio “como tres veces”. Luego, la mujer se quedó sola trabajando.

Al retomar su testimonio hoy, Bonet Torres contó que, en un momento del día, cuando regresó de comprar una soda, el dueño del restaurante le dijo que Cornier lo había llamado procurando por ella. Bonet Torres llamó a su compañero y en esa conversación “me dice que había matado a alguien”. Ella no lo tomó en serio y solo se preocupó por su guagua, una Toyota RAV4 en la que Cornier Torres se había marchado y a la que previamente le había ocasionado daños.
La testigo afirmó que él le dijo que la iba a buscar. Como no llegaba, ella lo llamó una decena de veces y él no respondió. No fue hasta que le envió un mensaje de texto indicándole que llamaría a alguien para que la llevara a su casa que Cornier Torres le contestó.
“[Me dijo] Que si yo no pensaba, que si yo estaba loca”, señaló.
A eso de las 3:00 p.m., Cornier Torres fue a buscarla en una guagua que la testigo describió como “dorada de cuatro puertas”. Más adelante, se estableció por fotos que esa era la Nissan Pathfinder de Valerie Ann.
Bonet Torres contó que al llegar a Baldorioty vio que su guagua estaba estacionada a dos calles de distancia de la casa de Cornier Torres. Además, este la instruyó a entrar por la puerta trasera de la casa, y a quedarse entre el cuarto principal y el pasillo. Cuando entró a la vivienda, allí estaba Amarillo.
Sobre Amarillo, usuario de cocaína y heroína, manifestó que este parecía tener alucinaciones y que Cornier Torres salió a comprarle una pastilla. Cabe señalar que Amarillo declaró ayer que vio cuando Cornier Torres le dio cuatro puñaladas en el cuello a Valerie Ann en la sala de su casa.
Posteriormente, entre los tres removieron una coqueta y varias pertenencias de Bonet Torres que estaban cerca de la puerta trasera, para abrir camino. Al terminar, Amarillo se fue. La testigo aseguró que, en ese momento, no sabía que había ocurrido un asesinato en la residencia.
En el baño, Cornier Torres supuestamente volvió a confesarle el crimen.
“Cornier entra al baño, se sienta en el borde de la bañera y la expresión física de él [era que] estaba ansioso, inquieto, se veía preocupado y me dijo la razón por la cual no me había permitido pasar al área de la sala”, declaró.
¿Qué le dijo?, preguntó el fiscal Ildefonso Torres Rodríguez.
Luego de bajar la cabeza y respirar profundo, Bonet Torres respondió: “que él no me había dejado pasar a la sala porque había matado a alguien y me preguntó si yo le tenía miedo a los muertos. Me quedé como que impactada… y yo le dije que no”.

Cornier Torres la dirigió a la sala, donde estaba el cadáver de Valerie Ann.
“Yo estoy viendo el cuerpo en la sala donde yo convivía con él. Por el pelo, se nota que es una mujer y me quedé en shock”, manifestó sobre su reacción al ver el cuerpo extendido boca abajo, cubierto en una colcha blanca que tenía manchas de “sangre seca”, que le hicieron pensar que llevaba “rato” allí.
Dijo que también observó una “aureola” de polvo blanco, que resultó ser detergente Ace, y que se notaba que ya habían limpiado sangre.
“Me quedo mirando el cuerpo y observo el pelo. Se veía oscuro… Se le ven los tenis, unos Converse negros, de size pequeño, el cuerpo era pequeño, comparado con nosotros que somos altos”, describió.
La mujer se sentó en un sofá marrón y Cornier le pidió que se saliera.
“Me senté del lado izquierdo del sofá y ahí él me dice que me levante, que ahí fue que la mató. Y, pues, me levanté”, indicó la testigo, antes de mencionar que el sillón tenía sangre.

Después de eso, Cornier Torres le aseguró que la mujer asesinada no era su expareja, quien lo había acusado de violencia de género.
“Hubo un transcurso donde él le mueve la ropa de cama al cuerpo. Acercó el dedo índice al trapecio superior de la persona indicándome y diciéndome que esa no era su exmujer. Esa es otra historia, pero que no era ella, que su exmujer tenía un tatuaje en el trapecio superior y esta no lo tenía”, señaló.
Bonet Torres no tenía manera de saber si le decía la verdad, pues nunca llegó a ver a la expareja de Cornier. “Yo sé que él la seguía en la calle, amedrentándola, pero no la conocía”, comentó.
Cornier Torres le dijo quién era la occisa, pero no dejó que le viera el rostro.
“Me dijo que no me la enseñaba porque la había degollado”, aseveró Bonet Torres.

Supuesta defensa
Cornier Torres alegó que actuó en defensa propia.
“Ahí él me dice que es alguien, que él se defendió, que cuando él llegó a la casa estaba con su señora madre que le estaba entregando un dinero y entre ellos o él escuchan sonidos extraños… Ahí él entró a la casa y que cuando entra lo habían encañonado”, explicó.
La mujer agregó que su compañero le dijo que “él logró desarmar a la persona” y que usó una pañoleta para “estrangular a la persona para defenderse” y que como la mujer empezó a gritar “él le puso la mariconera en la boca”.
A preguntas del fiscal, la testigo dijo que Cornier hablaba rápido y lucía “eufórico, acelerado”.
Bonet Torres también indicó que Cornier Torres le comentó que, luego de atacar a Valerie Ann, salió a un colmado y que “al regresar a la residencia todavía la persona estaba moribunda, ahogándose en ese charco”.
A partir de ahí, comenzó la participación activa de Bonet Torres en la alteración de la escena del crimen y la disposición del cadáver.

Recogieron la casa y sacaron el cuerpo
Bonet Torres señaló que, a petición de Cornier Torres, le puso una bolsa azul a la cabeza del cadáver; colocó en un envase con agua una camisa de él; y compró bolsas de basura y cinta adhesiva en el Supermercado Baldorioty. El fiscal mostró el recibo de la transacción.
“Me acuerdo que me dice que si quería ir a fumar para que me relajara, pero le dije que no”, recordó la testigo al puntualizar que su pareja se refería a marihuana. “Yo no tenía mente para eso”, agregó.
Luego, ella fue a casa de Amarillo a buscar una ropa que había lavado y a decirle que Cornier lo estaba esperando “para que terminaran con el cuerpo, [con] la situación que estaba pasando”.
“Amarillo me dijo que ya él estaba listo para ir a la finca, pero que Cornier quería hacer las cosas muy rápido y que eso no era así”, indicó.
¿Qué usted entendió por eso?, preguntó el fiscal.
“Que ya tenían planeado deshacerse de la persona”, respondió.

Cornier Torres puso la guagua de Valerie Ann en su marquesina, con el baúl mirando hacia la casa. Entre ambos, sacaron todas las pertenencias del vehículo, las depositaron en bolsas y las colocaron en los zafacones.
Según la testigo, Cornier Torres colocó el cadáver dentro de las bolsas negras que ella compró y le puso cinta adhesiva.
“Me dice que ya soy parte de eso y tengo que ayudarlo. Ahí procedemos a levantar el cuerpo. Yo evité cogerla por el área de la cabeza, porque sabía que la había degollado y no quería tocar esa área, y escogí los pies”, dijo la testigo, al explicar que salieron por la puerta trasera y pusieron el cadáver en el baúl de la Nissan Pathfinder.
“Aunque ella era una persona pequeña, en la forma en que él la colocó no cabía en el baúl, se puso de lado y los pies quedaban sobre el asiento. Cuando fue a cerrar [la puerta] no pudo. El me dijo ‘cierra, que eso ya no siente’, refiriéndose a la persona que estaba dentro del baúl”, declaró Bonet Torres.

Deterioro rápido de la relación
Bonet Torres declaró ayer que en el corto periodo en el que convivió con Cornier Torres, entre el 7 y el 16 de diciembre de 2018, “ahí la relación se distorsionó y él fue demostrando su verdadera personalidad”.
Mencionó que el 8 de diciembre ella perdió unas prendas y su celular, los cuales había dejado en el balcón de la casa luego de llegar ebria. Cornier Torres le dijo saber quién las había robado y que solo pudo recuperar sus tarjetas personales.
Además, el 13 de diciembre él dejó abierto el bonete de su guagua Toyota RAV4 y subiendo por la PR-2 en Peñuelas se levantó y le provocó daños al vehículo. Como consecuencia, Amarillo y él le amararron el bonete con una soga.
Fue por ese amarre distintivo en la guagua que la Policía la localizó, en el área oeste, cuando se conducía la investigación del asesinato de Valerie Ann.
Hoy también dijo que él empeñó una cadena de ella.

Detente al proceso
El examen directo del fiscal Torres Rodríguez no ha concluido. Cuando Bonet Torres entró a describir cómo recogieron la casa y sacaron el cadáver, los abogados objetaron varias veces debido a que su cliente ya no está acusado de destrucción de evidencia. El fiscal defendió la pertinencia del relato.

El juez Daniel López González permitió que el testimonio continuara, por lo que la defensa anunció que interesaba recurrir la decisión ante el Tribunal de Apelaciones. El juicio recesó al mediodía. Si el tribunal intermedio no paraliza el proceso, el desfile de prueba continuará mañana, jueves, a las 9:30 a.m. con el examen directo del fiscal y luego el contrainterrogatorio de la defensa.
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