El cierre de las piscinas de las hospederías y la prohibición del uso recreativo de botes y playas para bañistas le ha asestado un duro golpe a los comerciantes de La Parguera, en Lajas.
Tan pronto la gobernadora Wanda Vázquez Garced ofreció ayer por la tarde los detalles de su nueva orden ejecutiva que restituye prohibiciones al comercio para tratar de frenar el repunte en casos de coronavirus, las personas comenzaron a cancelar sus reservaciones en paradores y hoteles.
El gobierno municipal cerró Playita Rosada y el cayo Mata la Gata. Desde la cuesta Pedro Albizu Campos, se observó el resto de los cayos vacíos. Mientras, los turistas locales y extranjeros caminaban por el poblado buscando qué hacer, pues las alternativas se reducían a consumir en restaurantes y otros establecimientos de comida.
Operadores turísticos como Torres Boats, Fondo de Cristal III y Gina’s @ Johnnys Boats también tenían sus portones cerrados y no había empleados en el estacionamiento del poblado ofreciendo viajes en bote.


Parguera Plaza Hotel, La Jamaca Hotel y Turtle Bay Inn vieron caer sus reservaciones al 10%, luego de haber tenido ocupación llena para este y el próximo fin de semana.
“Nos ha cancelado la gente. Esto ha sido una avalancha. Estas eran las últimas dos semanas que teníamos para recuperar. Los últimos dos weekend de julio eran los mejores. Hay personas a las que convencimos de que cambiaran la fecha, pero el 60% pidió que le devolviéramos el dinero y hay que devolvérselo”, explicó Zulma Rivera, propietaria de Turtle Bay Inn.
Rivera comenzó a operar el 26 de junio luego del primer periodo de cuarentena y tras cumplir con los protocolos establecidos por la Compañía de Turismo de Puerto Rico. Las reservaciones estaban a tope con las ofertas especiales que lanzaron para tratar de recuperar las pérdidas que arrastran de todo el año, primero por los terremotos y luego por la pandemia.
Igual experiencia ha tenido Delma Rosado, codueña de La Jamaca.
“Hoy yo tenía un 100% de ocupación, ahora tengo un 10%. Ese es el mayor atractivo de las hospederías, la piscina. Nos castigaron. Estoy frustada”, expresó.
“La gente está llamando como loca. Entiendo que fue injusto que se cerrara la piscina de los hoteles porque me consta que nosotros hemos cumplido todas las órdenes que ha implementado el gobierno”, agregó Rosado.

Rosado reconoció que durante las tres semanas que pudo operar con piscina tuvo huéspedes, mayormente provenientes de Estados Unidos, que se resistieron a cumplir los nuevos protocolos, pero aseveró que “el 99% de la gente, el boricua, se ha comportado”.
Juan Carlos Irizarry, presidente de Parguera Plaza Hotel, coincidió en que su experiencia con los huéspedes es que respetaron la limitación de horario de uso de la piscina y cumplían con el resto de medidas preventivas.
“Antes de abrir pasamos por un progrma de OSHA y la Compañía de Turismo, pasamos por unos protocolos, se entrenó al personal, se arreglaron las áreas. Estamos operando conforme a la ley, con distanciamiento, mascarillas y ahora este cambio que no entendemos nos acaba de vaciar el hotel. La gente no tiene entretenimiento”, sostuvo Reyes.

Los tres hoteleros señalaron que tuvieron que hacer inversiones para poder reabrir en medio de la pandemia y trajeron de vuelta a empleados que estaban cobrando el seguro por desempleo con la esperanza de recuperar algo de dinero en julio, pero estas prohibiciones dan al traste con ello.
También dijeron no entender por qué se penaliza a las hospederías cuando el incumplimiento de medidas para detener el virus se ha documentado, mayormente, en reuniones familiares, el chinchorreo y algunos eventos en playas.
“Nosotros nos sentimos castigados después de haber hecho un esfurezo de meses y dinero tratando de cumplir con el protocolo de la Compañía de Turismo. A mí me inspeccionaron este miércoles, cumplimos con todo y ahora me dicen que no puedo abrir la piscina porque puedo contaminar gente. Ellos no tienen evidencia de que del sector hotelero salieron los casos que nos han llevado al aumento”, planteó Rivera.

Por su parte, Rosado opinó que “estas son decisiones tomadas sin fundamento, sin data”.
“Soy ingeniera, conozco de estadísticas. Puedo entender el pico de casos, pero ¿cuál es la fuente? ¿Por qué penalizar sectores que no tuvieron que ver con esos brotes?”, cuestionó.
A su vez, Irizarry puntualizó que a este tipo de negocio no le hace bien el cambia y cambia de órdenes.
“Necesitamos una declaración contundente de que no vamos a estar cerrando y abriendo. Si nos hacen pasar unos protocolos y los estamos cumpliendo, no deberían cerrarnos cada vez que surja un brote. No hay evidencia de que nosotros seamos el foco de infección.
Creo que fue un poquito equivocada la orden de cerrar las áreas comunes de las hospederías”, dijo Irizarry.
