Sara R. Marrero Cabán
Voces del Sur
“Cuando uno es maestro, uno se preocupa más por los estudiantes que por uno mismo”. Fue esta inquietud por los niños lo que motivó a la educadora Yanina Moreno a crear una escuela comunitaria en el sector Seboruco de Peñuelas.
Esto, a consecuencia de los daños estructurales que presentan las escuelas por causa de los terremotos y ante la incertidumbre del inicio del semestre escolar.
“La idea surgió de manera espontánea de las personas que estábamos viviendo en esta zona. Lo que queremos es mantener a nuestros niños ocupados y atender las necesidades emocionales. Con todo el impacto que hemos tenido, tanto físico como emocional, ellos (los niños) han perdido sus hogares, sus escuelas, sus amigos, sus maestros, gente que se han ido del país, pues tratar de que esas emociones de tristeza, angustia y ansiedad se canalicen y hacerle la vida un poco más estable. Esa es nuestra intención”, rememoró la maestra, quien también es integrante del Campamento contra las cenizas de carbón en Peñuelas, en entrevista con Voces del Sur.
“Empezamos a hablar las maestras, a decir ‘esto está pasando. ¿Qué vamos a hacer? Vamos a reunirlos porque ellos necesitan estar juntos, aprender y, más que aprender, canalizar todas esas emociones’. Y es necesario, tanto para ellos como para nosotros, que ha sido duro. Cuando uno es maestro, uno se preocupa más por los estudiantes que por uno mismo”, manifestó.
Con donaciones de amigos del área metropolitana y luego de contar con el respaldo de los padres y madres de los niños de la comunidad, las maestras dieron vida a la escuela este martes y educaron a 15 estudiantes.
El grupo consiste de niños desde pre-kinder a quinto grado y un estudiante de séptimo grado. Por lo tanto, planificaron lecciones generales para que así cada niño se beneficie.
“No sabíamos cuántos iban a llegar ni de qué edades y dijimos ‘vamos a empezar con algo que sea general que a todos aplique y empezar el perfil de los estudiantes’”, explicó Moreno, quien es maestra de matemáticas en el Colegio Liceo Ponceño.
La primera semana consiste en instruir a los niños sobre los huertos comunitarios y las partes de las plantas. Mediante este plan, las maestras buscan integrar cada materia en las lecciones.
“Esta semana estaremos trabajando un huerto. Decidimos trabajar un huerto comunitario pequeño. Hablamos de la parte de la planta, comoquiera hicimos algo académico, pero de una manera que todos los niños, de diferentes niveles, pudieran trabajarlo sin problema. Hoy (ayer) hablamos de las partes de la planta. Habíamos habilitado un área y ellos sembraron cilantro y ají dulce y mañana (hoy) vamos a sembrar habichuelas. Ayer (el martes) lo hicimos en español, trabajamos en vocabulario, hoy (ayer) lo hicimos en inglés y mañana (hoy) vamos a integrar matemáticas y arte”, manifestó.
Aparte de Moreno, el grupo incluye tres maestras de nivel superior, quienes tienen especialidad en ciencia, español y matemáticas; una maestra de educación especial y una de escuela en el hogar.
Para aportar a la misión educativa, puede donar balones y canastos de baloncesto, y bolas y mallas de voleibol.
“Honestamente, esto es de manera voluntaria y uno lo hace de corazón. Dentro de la emergencia, aquí empezaron el proceso de recuperación. Es algo bien difícil, porque no se ha vivido antes”, indicó.
Se necesitan más maestros
Por cuanto el espacio y los recursos son limitados, Moreno hizo un llamado a que otros instructores del área Sur también creen escuelas comunitarias.
Además, está dispuesta a recibir ayuda voluntaria por si la población estudiantil aumenta.
“Una de las cosas que a mí me preocupan es cómo vamos a atender los estudiantes de intermedia y superior, que no los podemos mezclar porque no tenemos el personal, ni el espacio ni los materiales. Hay maestros que quieren hacerlo, pero no saben cómo. Y eso es lo que queremos, que otros maestros se unan”, exhortó.
Ofreció refugio
Antes de gestar la idea de la escuela, Moreno ofreció refugio en su propiedad después del sismo de magnitud 6.4 que estremeció a la isla el 7 de enero. En aquel momento, cerca de 15 familias erigieron casetas y pernoctaron en los predios de la casa.
Además, se estableció un centro de acopio en la comunidad, donde personas damnificadas por los temblores reciben suministros de primera necesidad.
“Dentro de todas las preocupaciones que hemos tenido, por todo lo que está pasando -la seguridad de nosotros, los temblores, que a la gente de la montaña no le están llegando los suministros, que la gente de Guánica están mucho peor que nosotros- fuimos a apoyar allá. Al principio, salimos de aquí para allá y llegaban grupos y, como nos conocen del Campamento en contra de las cenizas, nos llamaban a nosotros para nosotros poder decirles dónde se necesitaba ayuda y a dónde llegar. Mucha gente se vino a refugiar aquí. Sobre todo, amigos, familiares y compañeros de la lucha vinieron acá”, compartió.
Publicado: 23 de enero de 2020