Pedro A. Menéndez Sanabria
Voces del Sur
El entusiasmo y la alegría se apoderó el pasado fin de semana de uno de los salones de la Escuela Elemental Daniel Webster en Peñuelas, donde un nutrido grupo de estudiantes y sus padres participaron de la entrega de los instrumentos musicales que la Fundación Sol y Luna obtuvo gracias a los fondos recaudados el pasado año por medio de un concierto del renombrado pianista puertorriqueño Adlan Cruz.
Gran parte de los menores presentes forman parte del Programa de Música que dirige en el plantel la educadora Celyana Moreno Santiago, que en su tiempo en la escuela ha tenido la oportunidad de trabajar con estudiantes de educación especial, con quienes ha logrado importantes avances por medio de la música.
“Para los niños es bien importante vivir experiencias sonoras. Es bien bonito ver la alegría de estos niños y niñas al llegar al salón para las prácticas, ver su entusiasmo y energía”, recalcó la maestra durante la ceremonia en la que varios de sus pupilos demostraron sus destrezas interpretando un armonioso tema a través de varias liras.
Además de las liras, de las cuales se entregaron 10 ejemplares cada uno con su propio estuche, se repartieron cuatro instrumentos de percusión de madera en forma de sapitos a los que los menores bautizaron como Grandulón, Habichuela, Chícharo y Chiquitín, dos yembés y ocho xilófonos tubulares.
Luego de la emotiva ceremonia, en la que los integrantes del coro del plantel interpretaron una canción titulada Muchas gracias, los niños tuvieron la oportunidad de interactuar con las herramientas musicales.
Transformando vidas a través de la música
En medio del compartir, la hija de Jasmín Santiago Rodríguez se puso a sacarle música a uno de los xilófonos tubulares mientras su madre observaba. La niña, que tiene un diagnóstico de autismo, había sido descrita por su maestra como su mano derecha dentro del salón de clases.
“El estar en el Programa de Música le ha venido muy bien. Ahora está más contenta en casa y se la pasa buscando e identificando sonidos y le encanta cantar”, indicó a Voces del Sur la madre peñolana, quien hace un año cambió a sus dos hijas a la Daniel Webster.
Santiago Rodríguez aseguró que desde que sus retoños forman parte del programa musical del plantel están más enfocadas en sus estudios, pero que el cambio más dramático ha sido el de su hija con autismo.
“Es algo bien interesante el cambio. Cuando trabajan en terapia y le ponen música ella logra concentrarse mucho más en lo que está haciendo y cada vez que la veo me llena de alegría. Me siento bien contenta cada vez que pienso en el progreso que ha logrado aquí y por eso estoy apoyando este programa cada vez que se propone lograr algo, porque es para estos niños”, aseguró la madre.
Precisamente es a través de la colaboración y el esfuerzo de padres como Santiago Rodríguez que la Fundación Sol y Luna, a la cual pertenece la maestra ponceña que estableció el programa educativo enfocado en la música, logró organizar con éxito el concierto de Adlan Cruz en el Teatro La Perla de la Ciudad Señorial.
“Nuestro objetivo como fundación es ofrecer a escuelas y comunidades la oportunidad de encontrarse en los programas de enseñanza musical con el fin de contribuir al progreso de nuestra sociedad, cultura y lograr un crecimiento integral”, destacó la presidenta de la fundación, Carmen Galarza Meléndez.
La también educadora sostuvo que la “música debería ser un derecho para todos” ya que la misma puede tener gran impacto en la vida de una persona y ayudar a desarrollar una infinidad de habilidades más allá de las artes.
“Cuando unimos recursos y esfuerzos podemos lograr grandes cambios en nuestras comunidades, en la sociedad y en todo el país. Es lo que estamos necesitando hoy día”, agregó.
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Empeño contagioso
El director de la escuela, José Torres, se hizo eco de estas expresiones al destacar que precisamente fue a través de la unión de esfuerzos entre los integrantes de esta comunidad escolar que se logró la compra de los instrumentos musicales.
“Este es el fruto del empeño y trabajo de estos estudiantes, padres y maestros. Juntos se dieron a la tarea de hacer aquel gran concierto que fue un éxito y en todas partes, incluyendo las redes sociales, la gente habló de gran trabajo del coro de la Escuela Daniel Webster”, manifestó el director.
Este sentido de empoderamiento contagió al resto del plantel, el cual ha sido transformado por la comunidad escolar. El arte brilla en las paredes que ahora lucen llamativos dibujos, mientras que las áreas verdes están llenas de diversa flora. En el área de recreo hay una casa de juegos y varios carretes de madera sirven de mesas, donde los menores pueden compartir. Aquí nadie esperó por el gobierno ni el municipio. Todos cooperaron, actuaron y ahora tienen una escuela de la que se sienten orgullosos.
El trabajo no termina, la próxima meta será conseguir los fondos para poder comprar unas gradas portátiles para el coro de manera que puedan llevarlo a cada lugar donde vayan a presentar, tal y como lo harán el próximo 2 de junio en el teatro de su pueblo.
Publicado: 26 de abril de 2017