El descubrir la cantidad de químicos a los que puede estar expuesto un fruto o vegetal mientras es cultivado resultó ser una experiencia chocante para el matrimonio compuesto por Abner Santiago González y Marta López González, quienes al regresar a la isla decidieron dedicarse a la agricultura, sin sospechar que esta determinación también cambiaría su forma de alimentarse.
El proceso de educarse en las técnicas para obrar la tierra llevó a la pareja a descubrir que abonos, pesticidas y otros compuestos utilizados comúnmente en la agricultura convencional pueden ser perjudiciales para el terreno y la salud de aquellos que consumen los productos de esta labor.
“Cuando descubres todos los químicos a los que son expuestas las plantas cuando se usan pesticidas es algo bien chocante. El mero hecho de arrojar veneno para eliminar la yerba causa un gran daño al terreno y esos compuestos luego se quedan ahí”, explicó a Voces del Sur Santiago González, quien junto a su esposa continuó buscando opciones hasta dar con técnicas como el uso de abonos naturales para desarrollar su finca, llamada El Reverdecer y ubicada en el barrio Real Anón de Ponce.
De esta manera, los agricultores también se aseguran de que sus productos mantengan la cantidad de nutrientes correcta, ya que componentes como los nitratos, fosfatos, dieldrín y derivados de arsénico generan cambios en los equilibrios de minerales y vitaminas que contiene cada alimento.
La cosecha que se cultiva en El Reverdecer ha encontrado gran recepción en el público cada vez más amplio que se congrega todos los sábados en el Mercado Agrícola Natural de Ponce para abastecerse precisamente de alimentos y otros productos libres de hormonas, antibióticos y otras sustancias.
“El mercado sirve para que aquellos que tienen una inquietud por comer comidas saludables puedan asegurarse de que compran algo que no está contaminado, ya que se lo compran al mismo agricultor que lo produce y le puede dar detalles de cómo lo cultiva”, indicó Raúl Moris García, quien utiliza viandas, especias y otros elementos obtenidos en el propio mercado para confeccionar sus creaciones en su puesto Eco Falafel, que también forma parte de esta comunidad.
Moris García resaltó el hecho de que entre las principales causas de muerte en Puerto Rico figuran los problemas del corazón, algo que está directamente conectado a lo que comemos.
“Parte de lo que queremos hacer aquí es educar al pueblo para que salga de las malas mañas de comer comida que sabemos hacen mucho daño. Más del 50% de los menores en la Isla están sobrepeso, lo que es alarmante ya que estamos hablando de las futuras generaciones”, subrayó Moris García, quien añadió que esto representará un aumento en la cantidad de dinero que el gobierno se ve obligado a invertir en tratar la salud de las personas.
Este pensar es compartido también por otros labradores de campos, incluyendo a Roberto Fernández Coffey, quien junto a Pedro Leanza Martínez creó el mercado ubicado en la calle Aurora, en el corazón del casco urbano de la Ciudad Señorial.
“Pienso que esta sociedad está cambiando sus hábitos de alimentación, la atención que se le está dando a la tierra y el cuido de la ecología. Esto es solo un espacio dentro de un movimiento que está sucediendo activamente en Puerto Rico, de gente que regresa a ese contacto con la naturaleza, con su entorno ecológico. De entender la importancia de la comida y de la salud y el rol que juega la producción local en esa ecuación”, manifestó.
“Seguiremos creciendo, ampliando la producción y de igual manera crecerá el número de personas que vienen aquí y que han cambiado su patrón de alimentarse. Eso es lo que queremos seguir ofreciendo. Seguir sumando personas que digan esto es un estilo de vida que me viene bien”, añadió el agricultor.